Nos encontramos en una etapa donde se habla en todos los ámbitos del sector privado (industria, empresa y comercio) y del sector público (Gobiernos y Administración) de la transformación digital y de las formas y urgencia en acometerla. Podemos entender por “transformación” digital” la introducción en todos los procesos y servicios de ambos sectores, públicos y privados, de los productos y recursos que pone a nuestra disposición la industria tecnológica. Sin embargo, este proceso, tomado sin más, sólo generaría un beneficio en la gestión de la eficiencia, y en todo caso, en la ficticia reducción de costes. Pero es cuestionable su peso en un incremento del bienestar social. La Transformación Digital no es sólo llenar de «cacharros» el entorno
Y si queremos una “Transformación Digital Social” completa y en su concepto amplio, con beneficio directo en cada actor de la sociedad, la gran mayoría de los bienes, productos y servicios implementados en ella, deben, además, cumplir necesariamente determinadas condiciones. Dos de ellas, innegociables, la accesibilidad y usabilidad de toda la tecnología y recursos Tic utilizados.
La Transformación Digital no es un proceso de empresa, es un proceso que afecta a toda la sociedad, y a todas las estructuras públicas y privadas, la gestión y los servicios.
La transformación digital es, en definitiva, la transformación de la sociedad. Es el cambio de nuestro modo de vida, de nuestros hábitos, de nuestras costumbres, de un nuevo sistema de trabajo y producción, de nuestra forma de acceso y utilización de servicios públicos y privados. Es la transformación de la educación, la sanidad, la cultura o la comunicación. Todo ello basado en tecnologías presentes o emergentes, que van posicionándose en nuestras vidas sin darnos cuenta: IoT, cloud, realidad virtual, tecnologías en movilidad, sistemas de desplazamiento autónomos (coches inteligentes), desembarco de la robótica… tecnologías que sin los criterios de accesibilidad y usabilidad dejarán a millones de ciudadanos-usuarios-consumidores fuera del círculo, desplazándolo a puntos alejados de la circunferencia que lo sustenta. Y las consecuencias, desgraciadamente, serán desastrosas para la economía, para el gasto público y para la sociedad.